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Cuando se hizo de noche, David y Abisay fueron al campamento de Saúl y lo encontraron dormido dentro del campamento con su lanza clavada en la tierra a su cabecera. Abner y los demás soldados estaban dormidos alrededor de Saúl. Abisay le dijo a David:

—Hoy es el día en que Dios te ha entregado a tu enemigo. Déjame clavar a Saúl al suelo con su propia lanza, ¡Un solo clavazo y listo!

Pero David le dijo a Abisay:

—¡No lo mates! ¡El que le haga daño al rey que el SEÑOR eligió será castigado!

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